Los mangos
Hay un árbol de mango en el patio de atrás. El barrio donde vivimos los tiene por todas partes: unos muy altos, unos de un tipo otros de otro. Así es que en la época de cosecha, en la plenitud del verano, estamos recogiendo mangos a diario. Los pájaros aprovechan el festín y se dan el lujo de escoger los mejores desde arriba. Los nuestros son muy buenos, muy dulces y casi no tienen mechas. Puesto que no quisimos hechar a perder tanto mango, decimos conseguir un congelador y sacar la pulpa, de ésta manera, hacia noviembre y diciembre, mientras todo el mundo muere por probar un mango, nosotros tendríamos suficiente almacenado.
Dilan está siempre vigilante y le encanta acompañarnos cuando andamos haciendo cosas alrededor de la casa, y no puede resistir la tentación de lamernos los pies cuando pasamos a su lado. Yup!
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