29 de diciembre de 2007

Viaje a Colombia





Al fin llegó el tan esperado día (digo al fin porque Andrés todos los días hacia cuenta regresiva). El 15 de noviembre, después de una muy corta noche de sueño, nos despertamos muy temprano para ir al aeropuerto. Montarse en un avión es una de las grandes aventuras para cualquier niño, mientras que para sus padres puede resultar algo más que eso si tenemos en cuenta las maletas, los documentos, el dinero, las requisas, los retrasos, los niños, etc... en fin, ya se imaginarán lo que puede ser para una mamá viajar con sus dos hijos pequeños, pero no me puedo quejar porque llegamos bien a nuestro destino y, por lo general, te suelen ayudar los de la aerolínea aunque Andrés fue, como siempre, mi mano derecha. Para Daniel era su primer viaje en avión. Él se mantuvo entretenido y se portó bien, aunque a veces la altura le molestaba los oídos y debió sentirse incómodo por ratos, sentado en esas mini sillas de avión. Por su parte, César también vivió una experiencia nueva al conducirnos al aeropuerto y al quedarse solo en casa todo ese tiempo. Por lo menos estaba Dilan para hacerle compañía.



Cuando comenzaba nuestro viaje hubo retrasos en el itinerario de vuelo, perdimos nuestra conexión a Bogotá y fuimos obligados a esperar en Panamá por 7 horas. Ya se imaginarán la frustración y la angustia. Sin embargo, la buena noticia fue que la aerolínea decidió indemnizarnos, junto con casi 20 pasajeros más, llevándonos a almorzar al restaurante Miraflores, justo frente al Canal de Panamá, de donde obtuvimos estas lindas fotos. Así es que valió la pena el disgusto porque pudimos disfrutar de un paseo por Panamá, que es una ciudad con un crecimiento asombroso, y tomar un rico almuerzo frente al canal que es definitivamente una maravilla moderna.







Cuando estaba en el colegio recuerdo que nos llevaron a ver las marionetas de Jaime Manzur y siempre pensé en llevar a mis hijos cuando tuviera oportunidad. Así es que la primer actividad en Colombia que programé para los niños fue llevarlos al teatro. Esta vez estaba presentando la obra Cascanueces, relacionada con la época de navidad. A Andrés le encantó la obra y dice que la parte que más le gustó fue la batalla en la que Cascanueces se convirtió en un jóven. También nos llevaron detrás el escenario y nos explicaron cómo funcionan las marionetas, cómo las hacen, y otros detalles. La verdad es que ir a las marionetas es uno de esos espectáculos que nadie se debe perder y una manera de relacionar a los niños con las artes.





Una de las sorpresas que nos esperaba en Colombia era mi nueva sobrina, Ana María Acevedo Pardo, que nació el pasado 26 de septiembre. Ella es una nena muy juiciosa y simpática, que ya se toma todo su tetero y le gusta salir a pasear. Con ella y el tío Andrés y la tía Marcela, pasamos un bonito fin de semana en Girardot. Daniel y Ana María se entendieron muy bien, aunque Daniel siempre quería quitarle sus medias y arrancarle el pelo. En fin, los niños y los grandes nos dimos un buen baño de sol y charlamos de todo un poco.






Era la primera vez que metía a Daniel a la piscina y creo que yo estaba más emocionada que él. Le estrenamos un flotador que le regaló Ms. Carolyn en Utila y se sintió feliz desde el primer momento, no sólo encima de él sino dentro del agua. Yo pienso que para casi todo niño el contanto con el agua es una sensación mágica: pataleaba, balbuceaba, gritaba y también tomaba un poco de agua de vez en cuando. De Andrés puedo decir que casi no quería salirse de la piscina y me alegra que puede nadar bien. Él también disfruta mucho del agua. Algunas fotos las tomamos en Villavicencio, donde el abuelo y otras en Colsubsidio de Girardot.






Y por supuesto fuimos a visitar al abuelo en la ciudad de Villavicencio, quien no conocía a Daniel, más que en fotos. Allí aprovechamos el tiempo en la piscina, comprando algunas cosas o dando un paseo por ahí y, cuando el abuelo tenía tiempo íbamos a Cholaos, la Casa del Kumis o simplemente a acompañarlo en sus diligencias. Un día nos invitó a un parque zoológico llamado los Ocarros, que me pareció muy lindo y organizado, con animales y plantas típicas de la región, excelente para tomar fotos. Para Daniel fue un día muy relajado, mientras que para Andrés fue un día muy activo. La decoración navideña fue iniciativa de Andrés quien le dió espíritu navideño a la casa, por ahí aparece muy contento con el resultado. Andrés quiere mucho a su abuelo. Se pone feliz cuando lo volvemos a ver y muy triste cuando nos debemos despedir él. Lo va a extrañar mucho todo este tiempo.
Esperamos verte muy pronto abuelo, tu también puedes ir a vernos a Honduras!!!





En Bogotá siempre tenemos una casa que nos recibe con los brazos abiertos y es la casa de los tíos Armandora. Ellos son como unos segundos padres para nosotros, siempre nos reciben con mucho cariño. Su casa es el punto de encuentro de la familia, de los que vienen y de los que van. Guardo siempre buenos recuerdos de ellos, sobretodo de cuando nos reunimos a la mesa a tomar algo calientico y a conversar por largo rato. Tiz, Germán y los muchacho también llegan a vernos. Además, ésta vez tuvimos la suerte de encontrarnos con Caya, quien vive en España, y venía a pasar navidad. En fin, aquí nos encontramos hermanos, tíos, primos, sobrinos, abuelos y nietos. Gracias por recibirnos siempre en su casa!!!
Bogotá es una ciudad hermosa. Tiene variedad de cosas para hacer y muchos sitios que visitar. Cada vez que voy me quedan haciendo falta días para salir a pasear. Bueno, ésta vez tenía muchos planes pero no fue fácil cumplirlos porque Daniel está aún pequeño y no me atreví a ir sola con los niños. A la próxima oportunidad será!!!


1 comentario:

Sara Jean dijo...

Daniel is so cute! He's a beautiful little baby. I love the pictures in the swimming pool. How fun! We miss you guys.