La llegada de un bebé trae un montón de cambios para todos los miembros de la familia. Con Daniel hemos podido disfutar al máximo de esa experiencia: nuevos ruidos, nuevas rutinas, nuevos objetos, nuevas tareas,... para los tres ha sido un período maravilloso al lado de este hijo de Dios que acaba de venir al mundo y sentimos un grande compromiso de acompañar a este bebé en su camino. Estamos muy agradecidos de verlo crecer sano y fuerte, y disfrutamos cada una de las cosas nuevas que manifiestan su desarrollo, a pesar de lo difícil que a veces resulta.
Daniel es un bebé muy activo y durante sus primeros tres meses fue especialmente activo en las noches, lo que nos costó varias semanas de insomnio y frustración. La cuestión de los gases le causaba incomodidad todo el tiempo, lo cual ayudaba a que sólo tuviera cortos períodos de sueño. Además, tenía que dormir sobre una almohada o dos.
Daniel se alimenta con leche materna, directamente de su envase original, y por nada del mundo quiso aceptar chupos o chupetes. Para él son yac!
Andrés disfruta ver a su hermanito y no se cansa de decir: -Mami, qué lindo! Contrario a nuestros temores, la vida de Andrés es más completa con Daniel y sin duda se llevarán muy bien, lo que nos complace a César y a mi como padres. Hey, Andrés, vas a ser un buen ejemplo para tu hermanito!
Otra cosa que nos divierte en casa, es inventarle nombres a Daniel y, además, esos nombres van evolucionando. Algunos no tienen sentido, estos son algunos: Osito, Danieloso (porque su Tótem es Panda), Pachumaco, Pangaro, Pangaranga, Parró, Pongo, Carnita, El Ratita, Salamandro, Kaparo,...
Su pelo llamaba mucho la atención, por lo abundante y el color castaño-rojizo. Era blanquito y muy finito en sus facciones, tanto que a menudo lo confunden con una niña. Las fotos corresponden a sus 5 primeros meses, tiempo en el cual vivíamos en Utila.
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